Doña Presentación López Piñero, Concejala-Delegada de Cultura, Turismo, Mujer, Juventud, Personal, Nuevas Tecnologías e Igualdad del Ayuntamiento de Ceutí decidió la supresión de la programación del Auditorio para el primer trimestre de la temporada 2010-11 dejando en el aire la de los siguientes, según publicó el diario La Verdad el 23.09, argumentando que «ahora no es momento de ostentaciones y sí de gobernar con responsabilidad». López apeló a «superar estos momentos de crisis con imaginación», a «calentarse un poco la cabeza y poner empeño en lo que uno hace. La cultura vive en una servilleta donde alguien escribe un poema».
El diario El País, en su edición del 9.12, informó que en la apertura de la temporada del teatro de la Scala de Milán el día de San Ambrosio hubo intensas protestas de estudiantes, ciudadanos y profesionales de la cultura mostrando su rechazo frontal a los recortes en materia de cultura que acabaron con algunos heridos a pesar del despliege policial de 400 agentes. Daniel Barenboim, antes de la representación de La Walkiria, reinvidicó el artículo 9 de la Constitución de La República que promueve el desarrollo de la cultura, la investigación y el patrimonio. La ovación fue intensa por parte del público y, también, del presidente Giorgio Napolitano.
El día 1 de diciembre los medios de comunicación se hacían eco del cierre del Museu Chillida-Leku a partir del 1 de enero del 2011. El propio museo publica en su web un comunicado de prensa donde informa que ha solicitado un ERE porque a pesar de ser el primer museo de arte de Guipúzcoa en número de visitantes (810.000 en 17 años) la situación de déficit recurrente hace inviable su continuidad. Rubén Caravaca publica en Cambio16 un interesante artículo con el título “Política inexistente” donde se refiere al cierre del Museo Chillida así como al de la Casa de la Danza de Logroño y al Centro José Guerrero de Granada y denuncia que “se ha construido un discurso político que enfatiza que el único modelo cultural viable es el que está encaminado a propiciar el desarrollo económico” olvidando los valores sustantivos de la cultura, y que la falta de visión global provoca un enfoque localista e instrumental de la cultura.
Estamos en un momento crucial. Con la democracia empezamos a construir infraestructuras y sostener programaciones estables bajo el paradigma de la democratización cultural. Tres décadas después empezamos a demoler lo que hemos construido en los años de bonanza argumentando que “la cultura vive en una servilleta”. Es una muestra de tacticismo, de falta de estrategia y de reflexión global. En el escenario táctico de las administraciones locales sólo caben tres opciones: cerrar los servicios culturales que comportan mayor gasto y tienen menos rentabilidad política, privatizar su titularidad, o invitar al tejido empresarial y al tercer sector a adoptar modelos de gestión mixta.
Durante el 2010 los municipios y gobiernos autónomos han empezado a cerrar equipamientos y servicios (Chillida, Casa de la Danza, José Guerrero). En La Laboral soplan vientos de privatización de La Ciudad de la Cultura desde que el director general de Patrimonio y Turismo de la Consejería de Cultura anunció un giro en la programación del espacio escénico de La Laboral para responder a “gustos mayoritarios” y atraer a “un público diverso” en un modelo de gestión en el que el Gobierno pone los espacios y los medios técnicos y “el único que arriesga es la empresa promotora” porque “La Laboral es un espacio abierto, moderno y por tanto tiene que acoger todas las expresiones artísticas sin excepción”. José Luis Moreno convocó de inmediato una rueda de prensa en agosto para comunicar que quería “convertir la Laboral en un ´Zara´ de la cultura”.
Sólo de imaginar que la privatización y el cierre de espacios culturales serán las opciones prioritarias de los municipios durante el 2011 para reducir sus gastos me invade un gran desánimo. Pero lo que me horroriza de verdad es que se argumente que se cierran equipamientos culturales “por responsabilidad política”. Interpreto que si un responsable político hace estas afirmaciones en fechas próximas a una contienda electoral es porque imagina que le dará votos de acuerdo con el sentir mayoritario de la población que debe considerar que la cultura es un lujo para unos cuantos. En este contexto creo que hay que hacer dos cosas al mismo tiempo:
a. Los responsables de las políticas culturales municipales deberían analizar con los agentes privados de su entorno las posibilidades que les ofrece la cooperación público-privada en el sostenimiento de programaciones escénicas para que, las gestione quien las gestione, respondan a criterios de servicio público.
b. Los ciudadanos y los profesionales de la cultura deberían manifestar a los poderes públicos, como Barenboim en Milán, su malestar por el cierre de servicios y equipamientos culturales y denunciar el incumplimiento del artículo 44 de la Constitución española que establece el derecho universal a la cultura.
No entiendo por qué motivos los responsables de las políticas culturales de los municipios se resisten a analizar las opciones que les ofrece la cooperación público-privada cuando, en el ámbito de las artes escénicas, el sector privado está renunciando a la seguridad del caché y se ofrece a participar a riesgo compartido en la gestión de las programaciones escénicas a través de fórmulas como, por ejemplo, la cesión de uso y la gestión externalizada.
Cuando se publique este artículo ya se habrá celebrado en CaixaForum de Madrid, el 17 de diciembre, promovido por la FEAGC, la Conferencia de la Cultura, el primer encuentro de todos los sectores culturales para proponer a las administraciones públicas y a la sociedad un Pacto por la Cultura que garantice su desarrollo estable y una atención preferente por parte de las administraciones públicas para emerger satisfactoriamente de la crisis económica y que, por su capacidad creativa, crítica y simbólica, se le invite a participar activamente en el desarrollo social y en los procesos de innovación y desarrollo de otros sectores productivos. El documento de trabajo que han elaborado las 58 asociaciones profesionales, empresariales y del tercer sector participantes contiene 12 líneas de acción que quieren dar una respuesta integral a los importantes retos del momento actual.
Creo que es una iniciativa excelente porque aunque “la cultura vive en una servilleta” las administraciones públicas deben garantizar unos servicios culturales básicos, democráticos y de calidad, y deben fomentar y apoyar las iniciativas culturales privadas de contrastado interés cultural para la comunidad enmarcadas en planes estratégicos con clara identificación de prioridades.
Publicado en Artez www.artezblai.com
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