4 de maig del 2011

George y Mildred

La famosa sitcom británica de los años 70 presentaba a un matrimonio mal avenido, George y Mildred Roper, cuando se traslada a vivir al barrio residencial de Hampton Wick donde las torpezas de George, orgulloso de su origen obrero, entraban en colisión con las pretensiones de Mildred de subir en la escala social, además de los lamentos continuos de Mildred por la falta de afecto de George.

La relación entre George y Mildred me recuerda la que tienen ciertos productores con ciertos programadores. En el sistema escénico que hemos desarrollado, los productores necesitan a los programadores para acceder al mercado y los programadores a aquéllos para tener productos que ofrecer. Es un matrimonio de conveniencia. Viven en pareja pero no se quieren. Parecía que con el roce nacería el cariño, pero siguen los reproches, agudizados por la crisis económica. El ajuste presupuestario ha hecho temblar los cimientos de lo que parecía una relación acomodada como la de los Roper. Los programadores, que hasta ahora cumplían con las ansias de los productores, ya no pueden satisfacer sus necesidades y éstos están pensando en buscarse la vida fuera de casa.
Tal vez la relación cliente-proveedor sobre la que sustentaba la relación de pareja entre productores y programadores ha llegado a su fin. Ha sido muy bonita mientras ha durado, pero ahora George y Mildred tienen que sentarse y hablar. Cuando hay crisis de pareja el único camino que lleva a alguna parte es mirarse a los ojos y sincerarse.
Aunque los pronósticos macroeconómicos dicen que el 2011 será un annus horribilis para el sector, la ciencia astrológica nos permite un cierto optimismo. En el calendario chino el 3 de febrero empezó el año del conejo, un mamífero que se asocia con el éxito, la lucha y la larga vida. El pronóstico global del año del conejo es que se pueden presentar muchos obstáculos que podrán ser superados porque la versatilidad del conejo ayudará a resolver los conflictos a las personas que están abiertas a nuevas ideas. El año del conejo es también el año del amor: a lo mejor, si los programadores y los productores se miran a los ojos y hablan con sinceridad, empiezan a conocerse y a enamorarse.
La nueva relación entre productores y programadores puede desarrollarse en términos de joint venture. Los expertos[1] la definen como “el acuerdo entre dos o más partes que ponen en común sus habilidades y recursos para llevar a cabo una actividad a través de la cual puedan obtener un beneficio mutuo”. Sólo tienen éxito cuando las partes necesita algo que la otra parte tiene, en nuestro caso los productos escénicos y los espacios de exhibición.
Con carácter general se considera que el éxito o fracaso de una joint venture depende de los siguientes factores:
a.      Compatibilidad de intereses, objetivos y valores
b.      Complementariedad de habilidades y recursos
c.       Conocimiento mutuo y confianza
d.      Solvencia y viabilidad del proyecto elaborado
e.      Transparencia, honestidad y comunicación en el desarrollo del acuerdo
f.        Modelo de gestión efectivo
g.      Previsión de cómo resolver los conflictos que se produzcan
Considero que todas estas condiciones pueden satisfacerse plenamente en las posibles joint venture entre programadores y productores, aunque habrá que mejorar mucho en conocimiento muto y confianza, así como en cultura organizativa. Estoy altamente convencido de que productores y programadores comparten los mismos valores (la calidad, el interés público, la accesibilidad, el desarrollo personal y social, etc.) y tienen los mismos intereses y objetivos (ofrecer una programación escénica estable y de calidad para que las artes escénicas forman parte del sistema de valores, gustos y hábitos de los ciudadanos).
Una joint venture se puede operativizar de muchas maneras: en forma de convenios de colaboración, de cuentas en participación, de fundaciones y ONL, de UTE, AIE o sociedades mercantiles. Las administraciones públicas, que ya operan a menudo a través de convenios de colaboración con entidades sin afán de lucro, pueden operar también de esta manera con empresas escénicas. Las cuentas en participación son, tal vez, menos conocidas: hay un gestor y uno o varios partícipes que aportan recursos para el desarrollo de una actividad sin intervenir en el proceso y se reparten los resultados en los términos pactados[2]. La creación de sociedades mercantiles participadas, paritarias o asimétricas, es una forma muy estable, operativa y habitual de desarrollar una joint venture.
Una de las partes debe dar el primer paso. Un programador puede invitar a productores escénicos de su entorno a explorar soluciones para mantener una programación escénica estable y de calidad en el contexto económico tan crítico de las administraciones locales. Un productor puede ofrecer a un programador de su entorno la posibilidad de explotar en su espacio escénico una programación de iniciativa privada a riesgo propio o compartido. Primero hay que crear una atmósfera de diálogo basado en la confianza. Luego hay que hacer un brainstorming para explorar soluciones y escoger las que se perciban como más satisfactorias. Luego hay que desarrollar el proyecto. Tres fases imprescindibles.
A veces hace falta una cerveza y un mediador. La cerveza ayuda a desinhibirse. Pero el mediador a menudo será necesario para desenquistar prejuicios, cambiar actitudes, aportar argumentos, referir buenas prácticas de terceros, asesorar en la forma de operativizar una alianza estratégica, etc. Me consta que Faeteda ha puesto en marcha un programa de mediación para favorecer acuerdos de cooperación entre espacios escénicos de titularidad pública y empresas escénicas del entorno. Me consta que La Red está estudiando la manera de canalizar esta colaboración. Algo se está moviendo...
Volviendo al calendario chino. Dice el pronóstico astrológico que el conejo ayudará a resolver los conflictos a las personas que estén abiertas a nuevas ideas. En tres décadas nos hemos acomodado a un modelo de exhibición que ha funcionado muy bien. Ahora hay que innovar y arriesgar.  Porque no nos sentamos, compartimos una cerveza y hablamos de ello mirándonos a los ojos?



[1] Echarri, Pendás y Quintana (2002), Joint venture. Ed. Fundación Confemetal, Madrid.
[2] La gestión indirecta a través del procedimiento de gestión interesada se parece un poco a una cuenta en participación. En el Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, se establecen cuatro modalidades de contratación de servicios públicos: la concesión, la gestión interesada, el concierto y la sociedad de economía mixta. Vale la pena leer su articulado.

4 comentaris:

  1. Casualmente estamos volviendo a ver la serie de Los Roper (que en realizad se llama George y Mildred) y ciertamente, ha envejecido muy bien. Sigue teniendo mucha gracia y la mayoría de las escenas que retratan siguen gozando de una gran cotidianidad.

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  2. Sin duda, Un hombre en Casa, Los Roper y El Nido de Robin (que forman una auténtica trilogía) son como los Beattles de las sitcom: No sólo han sido pioneros, sino que además, su calidad no desmerece (siendo muchas veces superior) a productos más modernos, con más medios.

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  3. Hay series que sin duda tendrian que reponer y más ahora con tantos canales en la tdt, a veces han sido aciertos que deberiamos volver a ver en television igual que las peliculas clasicas.

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  4. Tal y como estan las cosas aqui en españa yo tambien pondria series clasicas como estas.

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