Al atardecer, en el campus Mundet de la Universitat de
Barcelona, a veces un grupo de jabalíes baja a la zona de aparcamiento para
merendar los restos de bocadillos de los estudiantes. Me admira que no tengan
miedo de los estudiantes, pero lo que más me seduce de estos animales
primitivos es su persistencia en mantener sus rutinas a pesar de los cambios de
circunstancias. Son tan previsibles que un amigo mío se citaba a veces con
ellos: elegía uno al azar, observaba sus hábitos, deducía su patrón de conducta
y planificaba una cita al cabo de unos días en un punto concreto y a una hora
determinada. Y el jabalí, sin saber que le esperaban, siempre acudía a la cita.
Hay organizaciones escénicas que, como los jabalíes,
no cambian sus rutinas a pesar de los cambios radicales en su contexto social y
económico. Hay síntomas de que el impacto de la crisis es notable: las
organizaciones empresariales estiman que en el sector de las artes escénicas
durante el último año tres de cada diez empresas han bajado la persiana. Y suma
y sigue. Además, ya no hay morosidad: lo que hay ahora es no facturación.
Algunas organizaciones escénicas adoptan la conducta
de la salamandra que se disfraza para adaptarse al paisaje y no ser devorada
por sus depredadores. Hay empresas que cambian su CIF, su ubicación, su logo,
el formato de sus producciones artísticas, su estrategia de comunicación, etc.
pero no cambian de modelo de negocio. Como las salamandras, cambian de
apariencia pero siguen funcionando de la misma manera.
Los virus, en cambio, tienen capacidad de mutar sus
genes cuando perciben un entorno hostil. Subsisten porque adoptan otro modelo
de negocio.
Aunque los especialistas consideran a los jabalíes
animales más evolucionados que las salamandras y que los virus debido a su
mayor especialización celular y orgánica, son los que tienen menor capacidad de
adaptación a los cambios del entorno debido a que son cautivos de sus rutinas.
Muchas organizaciones escénicas también son cautivas
de sus rutinas. Han configurado su forma de negocio por ensayo y error. Ante la
crisis económica han pasado por distintas fases (nosotros no tenemos crisis
porque somos distintos, acusamos cierta morosidad, cuesta más que nos
contraten, no tenemos dinero para una nueva producción, tenemos que cerrar para
no acumular más deudas). Algunas empresas han sobrevivido cambiando su
apariencia, como las salamandras, pero otras deben escoger entre emigrar a
otros mercados o cambiar su modelo de financiación o de negocio.
Las organizaciones escénicas que opten por emigrar o
ampliar su radio de acción a nuevos mercados deben evitar aquellos donde ya hay
saturación de oferta porque presentan mayores dificultades de penetración.
Deben buscar mercados emergentes con demanda escénica parcialmente insatisfecha
donde sus activos aporten un valor diferencial, tal como están haciendo algunas
empresas españolas en países iberoamericanos.
Otras empresas optan por cambiar el modelo de
financiación, explorando nuevas fuentes y adoptando comportamientos omnívoros para
encontrar un equilibrio entre las aportaciones de los beneficiarios directos e
indirectos: los espectadores y usuarios de las instalaciones, las empresas de
su entorno, y la comunidad. Hay que convencer a las empresas que, por
responsabilidad social y por interés propio, deben aportar recursos en forma de
patrocinio y mecenazgo. En los últimos meses ha habido varios proyectos
escénicos que han obtenido recursos financieros a través de plataformas de
micropatrocinio social como el crowdfunding.
A veces no basta con cambiar el modelo de financiación,
sino que es necesario cambiar el modelo de negocio. Las que escojan esta opción
deben tener en cuenta que el cambio de estrategia empresarial no significa un
cambio de objetivos. Tal vez muchos gestores se pregunten cuáles son los
objetivos de su organización, más allá de seguir funcionando. En la vorágine de
la subsistencia diaria buscando recursos donde no los hay, ya no saben para qué
existen. Saben por qué, pero no saben para qué. Si llevan tiempo funcionando a
lo mejor ya no saben si su objetivo es cambiar el mundo, disfrutar haciendo
teatro o generar beneficios. O las tres cosas a la vez, si es posible. Saben
que producir espectáculos es como ir en bicicleta: si dejan de pedalear se caen.
La crisis es una excelente oportunidad para repensar
los objetivos. Si detrás de rutinas o estrategias de negocio que se muestran inviables
en el nuevo contexto hay un proyecto escénico que sigue teniendo sentido hay
que buscar otra estrategia de desarrollo. Este es el primer principio: no
confundir los objetivos con las estrategias, y menos con las rutinas.
Hay organizaciones escénicas que han adoptado una
estructura empresarial de sociedad mercantil para desarrollar proyectos artísticos
con lógica cooperativa o asociativa. Ciertas contradicciones bloquean su
desarrollo, como los prejuicios para obtener beneficio económico en la
explotación de sus proyectos. El beneficio es el resultado positivo de un
proyecto realizado, algo que deben buscar todas las organizaciones con o sin
ánimo de lucro para capitalizar la organización y darle solvencia. El lucro es
el incremento de patrimonio personal a través del reparto de dividendos cuando
los socios se apropian de parte de los recursos de una organización. No debemos
confundir lucro con beneficio.
Las organizaciones escénicas que quieran redefinir su
modelo de negocio deben tener en cuenta que pueden funcionar conforme a dos
lógicas.
·
La lógica empresarial, que se basa en el mercado, requiere adoptar
un sistema de producción industrial y estrategias de concentración para
conseguir capacidad competitiva.
·
La lógica asociativa, que se basa en el interés público.
Debido a que busca generar beneficios sociales es lógico que cuente con
recursos públicos y particulares de la comunidad para financiar sus proyectos.
Si una organización quiere funcionar en lógica
asociativa tal vez sea conveniente cambiar la actual figura jurídica de sociedad
mercantil por la de una organización sin ánimo de lucro (ONL) para fomentar una
mayor implicación de los públicos y de la comunidad en el desarrollo y
financiación de los proyectos. La lógica asociativa permite contar con una
estructura profesional pero también con las aportaciones de socios, voluntarios
y protectores. Además, cuando un proyecto asociativo requiera una gestión
compleja, la ONL puede crear una sociedad mercantil instrumental para
desarrollarlo.
Los cambios radicales que se están produciendo en el
contexto social y económico no permiten seguir funcionando, como los jabalíes,
cautivos de las rutinas. Tampoco son suficientes, muchas veces, los cambios de
apariencia de las salamandras. En los tiempos que corren debemos tener, como
los virus, capacidad de mutación y adoptar un nuevo modelo de financiación o de
negocio.
Publicado en Artez www.artezblai.com
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