Según algunos informes en los últimos tres años hemos tenido una pérdida
radical de espectadores: un 30% en las grandes ciudades y un 50% en el resto.
Ningún otro sector productivo soportaría una pérdida de mercado de esta
dimensión, pero nuestro sector está acostumbrado a sortear dificultades o a
resistir esperando vientos más favorables.
Más allá de la capacidad de
resistencia hay que analizar los
factores que han llevado a la pérdida de espectadores. ¿Cuáles han sido los
principales impactos negativos de la crisis económica? El más obvio ha sido la
pérdida de capacidad adquisitiva que ha llevado a la reducción del gasto
optativo y, en nuestra sociedad, el consumo escénico es una necesidad relativa
que se puede posponer o aminorar. La pérdida de demanda (que no de interés) por
las prácticas escénicas ha ido acompañada por una reducción de la oferta en
cantidad, calidad y diversidad. La reducción de oferta ha comportado también la
pérdida de capacidad competitiva respecto a otras ofertas de ocio, especialmente
de ocio digital que, en términos económicos, está ganando la partida al ocio
presencial y ocupan el tiempo que antes se dedicaba al consumo escénico y otras
prácticas presenciales. Estos tres factores ya explicarían sobradamente la
reducción de espectadores, pero hay un cuarto factor que considero determinante
en consumo de artes escénicas: los efectos del modelo transaccional dominante
en la gestión de los espacios escénicos.
Para recuperar a
los espectadores perdidos y seguir desarrollando demanda seguramente hay que actuar en varios frentes de forma
simultánea. Considero necesario intensificar
la inversión pública para mantener la oferta. También considero necesario incrementar la capacidad competitiva de las
prácticas escénicas presenciales respecto al ocio digital generando economías de escala para
reducir los costes, priorizando la
inversión en públicos familiares para desarrollar nueva demanda a medio
plazo, incrementando el uso de las
tecnologías digitales en la producción y explotación y fomentando la incorporación de especialistas en marketing
y gestión de públicos, tal como Eskena está haciendo a través del programa
piloto "Eszenarat". Pero la
acción más importante que podemos hacer es cambiar
el modelo de gestión de públicos y de comunicación.
El modelo transaccional de gestión de
públicos tiene como objetivo la venta de entradas a través de técnicas de marketing
de impacto masivo, preferentemente a través de proveedores especializados en ticketing. En este modelo no importa el
conocimiento personalizado de los espectadores ni la gestión directa de la
relación con ellos, a diferencia del marketing
relacional que quiere construir relaciones satisfactorias de largo recorrido
en las que las transacciones son los nutrientes pero no el objetivo. Según
algunos estudios el modelo transaccional no genera en los espectadores vínculos
emotivos con sus proveedores, a diferencia del marketing relacional que
facilita el desarrollo de una relación a través de tres estadios: el consumo
basado en la satisfacción, el consumo basado en la confianza y el consumo
basado en la implicación y el compromiso. En el primer estadio (similar al del
marketing transaccional) la continuidad del consumo depende de la satisfacción obtenida en cada
experiencia y, por lo tanto, depende de factores contextuales. En el estadio de
confianza y, aún más, en el estadio
de implicación y compromiso, la
continuidad no depende de factores contextuales como la crisis económica. Estoy
convencido que si hubiéramos aplicado un modelo relacional en la gestión de los
espacios escénicos, el impacto de la crisis económica hubiera sido mucho menor.
El marketing relacional ha ido evolucionando hacia un nuevo modelo centrado en
el tercer estadio, llamado marketing
colaborativo que se basa en el concepto de comunidad de intereses.
Todos sabemos que
el concepto de comunidad cultural surgió en las políticas culturales basadas en
el paradigma de la democracia cultural, y que la metodología de la animación sociocultural
tiene como finalidad el desarrollo comunitario, o sea, la progresiva capacidad
de una comunidad de intereses de satisfacer de forma autónoma sus necesidades
individuales y colectivas. El marketing colaborativo considera que en una
comunidad de intereses todas las partes son agentes activos que interaccionan y
aportan valor. Los argumentos del marketing colaborativo llevan a considerar que
los programadores deben dejar de ser solamente especialistas en producto escénico
y deben empezar a gestionar una comunidad de espectadores en la que una parte
de ellos están dispuestos a convertirse en prosumidores
y aportar valor. La nueva tarea es más compleja, exige mayores competencias
profesionales y puede incomodar a algunos, pero es una oportunidad de oro para
su desarrollo profesional incorporando el knowhow
de varias disciplinas: la comunicación, el marketing, la pedagogía, la
emprendeduría, las ciencias sociales, la gestión cultural, etc.
Un espacio
escénico que quiera desarrollar este modelo debe hacer una reflexión en
profundidad sobre su modelo de gestión para poder cambiar la manera de relacionarse con sus espectadores. Debe
invitar a los espectadores a participar en el desarrollo del proyecto escénico
desde su condición de espectadores (sin confundir los papeles) pero también de agentes activos que aportan valor. Debe
reflexionar con ellos sobre los valores que pueden aportar y sobre la manera de
relacionarse y de participar en la toma de decisiones. En algunos casos, los
espectadores prosumidores se
constituirán en una plataforma
asociativa y formalizarán a través de un convenio sus derechos y
obligaciones. Y el espacio escénico, gracias a su colaboración, conseguirá no
sólo una mayor rentabilidad económica y social sino también la satisfacción de
nuevos retos.
La gestión
cultural participativa y el marketing colaborativo proponen lo mismo con
lenguajes distintos y han llegado a un punto de encuentro después de un largo
recorrido desde sus respectivos orígenes, el mercado y las políticas
culturales, que antes nos parecían tan distantes y ahora nos damos cuenta que
son dos miradas complementarias de una misma realidad social.
Jaume Colomer
Publicado en Artez
Muy interesante, a veces piensan que los jóvenes no tienen interés por la lectura, el cine o el teatro y en realidad, no disponen de medios económicos para hacer las actividades que quieran... estoy de acuerdo en lo que usted dice de que es una pérdida de demanda pero no de interés.
ResponEliminagracias por tu interés. saludos!
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