María José QUERO,
prestigiosa investigadora de mercados escénicos, publicó en el Observatorio
Cultural de Atalaya (nº 55, año 2013) la monografía "El marketing
colaborativo en las organizaciones culturales". Las tesis que expone
me parecen un excelente punto de partida para la reflexión que propongo. En la
primera parte del artículo haré un pequeño digest
de su contenido y luego expondré mi concepción de los públicos escénicos como comunidad
de intereses.
A partir de las aportaciones de Brandenburguer
y Nalebuff (1997) y Gummeson (2004) QUERO presenta la
propuesta del marketing colaborativo como el último paradigma de la disciplina
del marketing aplicado a las organizaciones culturales. La disciplina del
marketing, en su fase inicial, se centró en el producto y luego fue
evolucionando al concepto de servicio. Más adelante desarrollo el modelo de
marketing relacional centrado en los clientes y recientemente ha apostado por
el marketing colaborativo centrado en la satisfacción equilibrada de los
intereses de las partes o stakeholders.
Considera que el marketing colaborativo es el más adecuado para las organizaciones culturales porque les permite una mayor rentabilidad económica o social.
El MC considera a los públicos como agentes de
un sistema promovido por una organización cultural. Ya no los considera
receptores pasivos de unos servicios (a los que hay que segmentar y conocer
para satisfacer su demanda) como en el marketing tradicional. En el sistema
operan diversos agentes como la organización promotora, la competencia, los
proveedores de productos y de servicios, las instituciones colaboradoras y
reguladoras, y los públicos.
Del marketing "one to one"
promovido por el marketing relacional se pasa al "de muchos para
muchos", considerando que todas las partes aportan valor y reciben un
beneficio de los intercambios generados. Unas partes aportan el producto
escénico, otras lo exhiben en condiciones óptimas, otras aportan información y
recursos económicos, otras servicios auxiliares como comunicación, ticketing o
financiación. El equilibrio de los beneficios obtenidos por las partes asegura
la continuidad y desarrollo del sistema.
En el sistema siguen habiendo públicos que no
tienen otro interés que consumir un producto o experiencia escénica (llamados
consumidores en el argot económico), pero hay otros públicos que están
dispuestos a participar en el desarrollo del sistema y que, si el marco
organizativo lo permite, son llamados prosumidores. Los prosumidores
desarrollan con los promotores una relación distinta a la tradicional de
proveedores-clientes. Es una relación colaborativa. Las partes del sistema
escénico se transforman en comunidad de intereses, y los programadores en
"comunity manager" en sentido pleno. Ya no tienen que
gestionar ni un universo anónimo de espectadores ni las relaciones
personalizadas con ellos, sino las relaciones entre las partes que, con las
nuevas tecnologías digitales, se multiplican y diversifican.
Los espectadores prosumidores desarrollan el
DIY o "do it yourself" ("hágalo usted mismo") con lo
que el ajuste entre intereses y propuesta de valor se produce de forma natural
y plena, evitando el desencuentro entre una programación y sus públicos
objetivo.
El espectador, desde la perspectiva del
marketing colaborativo, se convierte en un creador de valor y deja de ser un
consumidor o destructor de valor. Tal vez nos preguntemos qué valor aporta a
una organización escénica un espectador proactivo o prosumidor. QUERO argumenta
en su monografía los múltiplos beneficios que aportan los prosumidores a una
organización cultural, tales como información y financiación, transformándose
en un recurso clave del sistema. Los espectadores colaborativos o prosumidores
son, además, los principales difusores y prescriptores de las propuestas
escénicas de los promotores.
Además, un proceso colaborativo permite
desarrollar el círculo virtuoso que describimos a continuación:
· La participación de los
espectadores en una o varias experiencias escénicas satisfactorias genera ganas
de repetir y confianza en el promotor o proveedor.
·
La confianza garantiza la
continuidad del consumo, a pesar de los "tropiezos" que pueda haber
ocasionalmente debido a experiencias poco satisfactorias y desarrolla, además,
una actitud de implicación en el proyecto.
·
La confianza y la implicación son
los motores del incremento y diversificación del consumo, teniendo en cuenta
que, como mostró Bourdieu, el mayor consumo cultural no satura la
necesidad cultural sino que la alimenta.
Los argumentos aportados por QUERO y
demás autores que recomiendan desarrollar un modelo colaborativo en la gestión
de públicos culturales son múltiples y no tienen efectos secundarios negativos.
Esto es lógico cuando se intenta introducir un nuevo paradigma, aunque nadie
niega las dificultades que surgen en la práctica cuando se quiere desarrollar.
Además, los que procedemos de disciplinas distintas a la del marketing, en mi
caso la pedagogía, no podemos dejar de mirar críticamente estos argumentos. De
hecho, lo que los especialistas del marketing plantean como un nuevo paradigma
no es más que la apropiación, digestión y reelaboración de otros modelos de
gestión surgidos de las políticas sociales y culturales como la animación
sociocultural y el desarrollo comunitario.
Jaume Colomer
Publicado en Artez
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