23 de juny del 2014

Del tacticismo al desarrollo estratégico

Con el tiempo sabremos si el Programa Platea ha sido una buena medida táctica por el hecho de inyectar dinero en un sector debilitado por los recortes y el IVA cultural. Su objetivo es asegurar el pan para hoy. Si lo consigue frenará la pérdida de mercado y la reducción de músculo empresarial. Parece una medida coyuntural de efecto inmediato que puede beneficiar, en primer lugar, a las compañías y empresas productoras y, en segundo lugar, a los espacios escénicos y a sus públicos.
En los años precedentes el sector se ha desarrollado practicando el tacticismo. No ha habido nunca un plan estratégico de sector sobre el que se construyeran las políticas escénicas. Los únicos intentos conocidos, el Plan General del Teatro y el Plan General de la Danza, se han quedado en un documento del que ya ni se acuerdan las entidades que participaron en su elaboración. No se han desarrollado sus medidas ni se ha puesto en marcha la comisión de seguimiento.

Durante estos años el sector ha tenido, en cambio, diversos líderes empresariales e institucionales que, en varias circunstancias, han sido capaces de consensuar las medidas tácticas que había que aplicar para resolver las necesidades más inmediatas. Este modelo de desarrollo ha aportado, en la mayoría de casos, resultados satisfactorios, por lo que no se ha visto la necesidad de cambiar de modelo y planificar el futuro elaborando una estrategia colectiva a medio o largo plazo como han hecho otros sectores productivos
Las políticas escénicas vigentes, a pesar de los recortes, siguen dando pan a los operadores. Pero tal vez es urgente que las instituciones públicas abandonen el proteccionismo, que genera dependencias muy rentables, y empiecen a proporcionar tierras, semillas, agua y abono a un sector que hasta el momento se ha desarrollado recolectando fruta y ha consolidado un estilo de vida centrado en el presente. Pasar de un modelo económico basado en la recolección de ayudas y contratos públicos para dedicarse al cultivo autónomo de productos escénicos y a la gestión de públicos le permitirá generar excedentes que aseguren el futuro.
El cultivo de semillas puede garantizar mejor el pan para mañana que un modelo recolector. Pero hay que elegir bien las semillas y cultivarlas de manera adecuada en función de lo que queramos recolectar y de las circunstancias. Para su elaboración propongo un proceso basado en cuatro fases:
a.      Analizar los factores que han sido determinantes en el desarrollo del sector durante las tres décadas anteriores. Apunto tres factores que han sido claves aunque hay muchos más: la construcción de espacios escénicos y el sostenimiento de programaciones estables por parte de los municipios, el desarrollo de tecnologías de ticketing a distancia que aumentó notablemente la accesibilidad a las programaciones, y el desarrollo de tejido empresarial y de estructuras profesionales de producción.
b.      Analizar las tendencias de los mercados locales e internacionales para identificar oportunidades y facilitar el establecimiento de alianzas con otros operadores.
c.       Identificar los factores que pueden ser clave para construir un modelo de desarrollo satisfactorio en un contexto con menor protagonismo de las instituciones públicas y más vinculado al mercado.
d.      Ofrecer una plataforma de debate abierto a todos los agentes del sector para construir suficiente consenso sobre el marco de desarrollo y sobre la orientación que deben tener a partir de ahora las políticas escénicas de las instituciones públicas.
Se podría iniciar la reflexión a partir de las siguientes preguntas:
1.      ¿El producto escénico concuerda con los gustos, estéticas y formatos de los espectadores actuales?
Las prácticas escénicas se construyen sobre estéticas y formatos vigentes en una comunidad cultural. Si la revolución digital ha impactado en nuestro estilo de vida y está cambiando radicalmente nuestros intereses y formas de consumo, tal vez se produzca un desencuentro entre las propuestas de los creadores y los intereses de los públicos. ¿Los formatos, ritmos y estéticas siguen vigentes? ¿Los espacios escénicos a la italiana son ya extemporáneos? ¿Cuáles son los elementos en que se basa una experiencia escénica? ¿Puede haber experiencias escénicas no presenciales?
2.      ¿Hay que cambiar radicalmente el modelo de gestión de públicos?
Los modelos de programación basados en el paradigma de la descentralización cultural consideran a los espectadores simplemente como consumidores culturales y los espacios escénicos se constituyen en proveedores de contenidos de excelencia. La comunicación es unidireccional y la relación transaccional. Tal vez se debería considerar a los espectadores como una comunidad de intereses y concebir la programación como resultado del diálogo. Tal vez se debería entender que las prácticas escénicas son una gran ocasión de compartir los anhelos individuales para construir un alma colectiva.
3.      ¿Qué oportunidades ofrecen las nuevas tecnologías en las experiencias escénicas y en su gestión?
El sector no tiene claro cómo debe usar las nuevas tecnologías en su quehacer diario. Si hace un par de décadas el ticketing electrónico permitió un incremento notable de espectadores y una mayor visibilidad social, ¿porqué no exploramos a fondo qué oportunidades nos ofrece internet y el desarrollo tecnológico en la creación, producción, distribución, comunicación, márketing y gestión de propuestas escénicas? ¿Porqué no inundamos el mercado con apps que hagan omnipresentes las propuestas escénicas en la cotidianidad de los ciudadanos? ¿Porqué no transformamos nuestros espectáculos en videojuegos para llegar a nuevos públicos? ¿Nos da miedo la digitalización?
4.      ¿Cuál es el modelo óptimo de financiaciación de las artes escénicas en el nuevo contexto económico?
Durante tres décadas nuestros gobernantes nos han dicho que las instituciones públicas pagarían las propuestas escénicas que fuéramos capaces de producir o de programar si seguíamos ciertos rituales de solicitud y justificación. De repente nos dicen que se toman un descanso y que nos busquemos la vida. Estamos dispuestos a aceptar el reto sabiendo que debemos mirar al mercado. Los anglosajones de esto saben un rato, pero no podemos aplicar miméticamente sus fórmulas en nuestras latitudes. Sin embargo podemos analizar lo que hacen y cómo lo hacen para construir un modelo de financiación acorde con nuestro cromosoma cultural. Lo que no podemos es no tener un modelo de financiación.
De la reflexión conjunta deben surgir estrategias sectoriales, y las políticas escénicas deberían construirse a partir de ellas para conseguir efectos sinérgicos y no de forma reactiva y espontaneista como la mayoría de las actuales.

¿Quién puede liderar el proceso? No soy capaz de imaginarlo. A veces me siento predicando el futuro a outsiders que viven su presente buscando el pan que les permite sobrevivir con los cascos puestos y escuchando música a todo volumen. Acepto que si los responsables del sector no están por planificar el futuro sus razones tendrán y acabaré comiéndome las semillas, una a una, mirando al mar y recitando mi soliloquio.

Jaume Colomer
Publicado en Artez www.artezblai.com 

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