11 de maig del 2016

Los espacios escénicos públicos como puntos de encuentro de los ciudadanos

Según el INAEM, en el año 2014 un 75% de los 1.546 espacios escénicos existentes en España eran de titularidad pública. Ésta gran red de equipamientos, junto con el notable talento creativo histórico y actual, son el mayor activo patrimonial de nuestro sistema escénico. Por su importancia, es lógico que nos preguntemos en qué deben diferenciarse los espacios de titularidad pública de los de titularidad privada.
a.       Algunos consideran que los contenidos programados deben ser distintos ya que los espacios de titularidad pública no deben basar sus decisiones en una lógica de mercado sino de servicio público aunque, en realidad, tanto los espacios públicos como los privados, menos los que hacen producción propia, están obligados a escoger entre las producciones escénicas del mercado, la mayoría de operadores privados.
b.      Otros consideran que lo que debe marcar la diferencia és la accesibilidad universal de los teatros públicos. Esto comporta, no sólo, que el sistema de precios esté al alcance de todos los ciudadanos sino también que todos los ciudadanos hayan tenido en su formación básica oprtunidades de dessarrollar valores e intereses escénicos.
c.       Otros consideran que la principal diferencia debe ser la relación con los espectadores. En lógica de mercado son clientes, en lógica de servicio público son ciudadanos.
En un espacio escénico público, si queremos avanzar hacia un modelo de democracia cultural, debemos abandonar la lógica de una relación proveedor-cliente que determina la forma de hacer de la mayoría de espacios públicos.
Es cierto que debemos distinguir entre los espacios escénicos de centralidad que operan en el mercado global y tienen públicos líquidos, de los espacios escénicos de proximidad que operan en el mercado local y tienen públicos sólidos y estables. Cubren funciones distintas y complementarias: los de centralidad nos permiten acceder a la oferta global, ofrecen propuestas innovadoras y muestran las principales tendencias; los de proximidad nos ofrecen la oportunidad de desarrollar comunidades de espectadores.
En un artículo en la revista COMeIN, Sandra Sanz, profesora de la UOC, desarrolló el concepto de "comunidades de valor" a partir de las consideraciones que Dolors Reig escribió en su blog "El Caparazón". Según esta experta en psicología, social media, aprendizaje e innovación, las comunidades en las que se aprendre, se comparte conocimiento o experiencias profesionales y personales, o se solucionan problemas colaborativamente, son tendencia en el momento actual. Según Sandra Sanz no hay que confundir las comunidades de valor con las redes sociales, ya que las primeras son grupos reducidos que comparten intereses comunes y que tienen un elevado factor de cohesión y un fuerte compromiso mutuo.
Según la autora, un tipo de comunidad de valor es la "comunidad de interés", territorial o virtual, que ha tenido recientemente un desarrollo intenso en internet con el "fenómeno fan" (seguidores de grupos musicales, cinéfilos, escénicos, literarios, etc.) y se han extendido a otros muy diversos ámbitos sociales y cooperativos.
Desde esta perspectiva podemos considerar que los ciudadanos de una comunidad territorial que están interesados en desarrollar prácticas escénicas (de formación, creación y consumo) y cuentan con un espacio escénico de titularidad pública, pueden proponer a sus titulares constituirse en comunidad de interés y participar en el desarrollo del proyecto escénico. De esta forma, los espacios escénicos de titularidad pública deben ser considerados puntos de encuentro de los ciudadanos para desarrollar proyectos escénicos colectivos y ejercer la democracia cultural.
·         El primer objetivo es conseguir que sean un punto de encuentro habitual de los ciudadanos. Un espacio impregnado de estímulos escénicos que crea un clima favorable para las relaciones personales y para la génesis de proyectos colectivos. Si se consigue esta cotidianidad, se incrementará la visibilidad y valor social de las artes escénicas, algo que se ha ido perdiendo con el tiempo porque las prácticas escénicas sólo se han desarrollado en salas cerradas con acceso restringido.
·         La programación escénica pasará a ser un proyecto colectivo. La comunidad de interés define qué tipo de programación quiere disfrutar y encarga la elección de contenidos y su gestión a un equipo profesional que tiene capacidad de analizar el valor de las propuestas del mercado a partir de los intereses y criterios de la comunidad de interés. Y en la gestión de la programación colabora activamente, apoyando al equipo profesional. En este modelo, los programadores profesionales refuerzan su papel de especialistas en contenidos escénicos y de mediadores con la oferta del mercado. El equipo profesional y la comunidad de espectadores evaluan cada año las experiencias escénicas programadas y revisan los criterios de programación para la siguiente temporada. La implicación de la comunidad de espectadores en la definición y desarrollo de la programación no persigue desprofesionalizar su gestión sino reforzar su capacidad operativa y darle mayor legitimidad social desde la perspectiva de la democracia participativa.
Tal vez algún lector piense que estoy describiendo una utopía inconsistente. Para mi es un cambio de modelo de gobernanza que da sentido y continuidad a la extensa red de espacios escénicos de titularidad pública que hemos construido y que ya no se puede justificar como una acción de suplencia de una iniciativa privada que en los años 80 era insuficiente. En el momento actual los operadores privados (empresas y entidades del tercer sector) tienen ya suficiente capacidad para producir y proveer productos escénicos locales y universales que puedan satisfacer los intereses de los ciudadanos.

¿Cuál es la misión de los espacios escénicos de titularidad pública en el nuevo contexto social y económico? Este es un debate que el sector debe hacer de forma inmediata. Considero que la intervención del sector público ya no se puede justificar en términos de provisión de contenidos y que los espacios escénicos públicos deben empezar a andar por el camino de la democracia cultural de la mano de las comunidades de espectadores que surjan a su alrededor.

Jaume Colomer
Publicado en Artez

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