La segmentación de públicos, el primer paso para una
gestión personalizada.
¿Qué beneficios comporta la segmentación
de públicos?
Si la gestión personalizada de los públicos,
de acuerdo con el marketing relacional, es la mejor manera de conseguir la
satisfacción de sus expectativas y, en consecuencia, el incremento y la
continuidad de su consumo, una segmentación adecuada es el primer paso.
Morris Hargreaves Mcintyre, autor del modelo Culture Segments, considera que "nuestros mercados se componen
de individuos que son infinitamente diferentes, los motivos por los que están interesados
en lo que les podamos ofrecer son muy variados y, además, les impulsan
necesidades diferentes. En un mundo ideal, confeccionaríamos a la medida de cada
uno de los individuos, nuestras comunicaciones y todo lo que ofrecemos. Pero
esto no es práctico. La segmentación, sin embargo, es una solución pragmática.
Es una manera de agrupar, a los miembros de una audiencia particular, en grupos
de tamaño manejable, a los que puede dirigirse uno según sus necesidades específicas,
sus deseos y motivaciones". Estas
agrupaciones las podemos realizar a partir de variables de segmentación.
¿Cuáles son las principales variables de
segmentación?
A
partir de varios estudios podemos considerar que, entre otras, son importantes las siguientes variables:
·
La
edad/generación/estilo de vida y valores: niños, adolescentes, jóvenes (de
la generación Y[1],
adultos (de la generación X[2] o de
la generación Baby Boomer[3]) y
personas mayores[4]. Cada
generación adopta y mantiene a lo largo de los años un estilo de vida, unos
valores y una estética que determinan sus intereses y hábitos de consumo
cultural.
·
El
resultado que buscan: diversión, juego intelectual, emotividad, impacto
estético, conocimiento de la dramaturgia local o universal, creación o refuerzo
de relaciones sociales, etc. Estos
beneficios buscados son susceptibles de ser combinados entre ellos.
·
Las preferencias artísticas: el
lenguaje y el género (teatro de comedia o
musical, danza clásica o contemporánea, ópera, circo, música clásica o
contemporánea, etc...) o el estilo (convencional, mediático,
tradicional, alternativo o experimental). La preferencia por propuestas más
convencionales o alternativas la argumentó Bernard
Lahire con su teoría de la disonancia cultural.
·
El
estadio de la demanda: demanda inexistente o latente, activa ocasional o
regular (de baja o alta frecuencia[5]). Esta variable está altamente
correlacionada con el nivel de estudios (a mayor nivel mayor frecuencia de
consumo) y condicionada por el entorno social en el que se ha desarrollado la
primera socialización (según la teoría del clasismo de Bourdieu).
También
podríamos apuntar ciertas circunstancias
personales, como la situación
laboral (asalariado, autónomo, jubilado, en paro) o la situación familiar (single, pareja sin cargas familiares, miembro
de núcleo familiar con cargas de ascendientes o descendientes) que condicionan
no sólo el tiempo disponible sino también la motivación para el consumo
cultural. También podríamos distinguir entre distintos regímenes de consumo: omnívoros,
monívoros y paucívoros, de acuerdo con la lógica explicativa de Richard Peterson.
Para
definir segmentos se pueden cruzar
variables, como en los siguientes ejemplos:
A.
Adultos de la generación X, espectadores habituales, con responsabilidades familiares, que
buscan diversión y les gusta
el teatro de comedia de estilo convencional.
B.
Jóvenes de la generación del Milenio, espectadores ocasionales omnívoros que buscan emotividad y les gusta el teatro de texto alternativo de autores
contemporáneos comprometidos con el cambio social.
C.
Adultos
de la generación Baby Boomer a
quiénes gusta la música clásica por su impacto estético.
¿Cuál es el modelo de segmentación más
adecuado para las artes escénicas?
Se han elaborado varias propuestas de modelos de segmentación. Los
tradicionales se basan en variables sociodemográficas o en la frecuencia de
consumo. Pero hay propuestas más recientes que se basan más en aspectos
subjetivos, como los valores, creencias, motivaciones, estilos de vida, etc. que,
aunque son más difíciles de conocer, inciden más en la elección.
Uno de los modelos más innovadores y
utilizados es el que propone Morris
Hargraves McIntyre llamado Culture Segments que propone 8
perfiles de consumo basados "tanto en lo que las personas creen sobre el
papel que la cultura juega en sus vidas, como en sus arraigados valores
culturales" para "llegar al fondo de lo que les motiva" (http://mhminsight.com/static/pdfs/culture-segments/es.pdf).
Los perfiles propuestos son los siguientes:
·
ESENCIA: Perspicaz, espontáneo, independiente,
sofisticado.
·
ESTIMULACIÓN: Activo, experimental, descubridor,
contemporáneo.
·
LIBERACIÓN: Ocupado, ambicioso, fija
prioridades, pensativo.
·
ENRIQUECIMIENTO: Madurez, tradición, herencia,
nostalgia.
·
EXPRESIÓN: Receptivo, seguro, comunitario, expresivo.
·
AFIRMACIÓN: Identidad propia, aspiración, tiempo
de ocio de calidad, mejora.
·
PERSPECTIVA: Asentado, autosuficiente, centrado,
satisfecho.
·
ENTRETENIMIENTO: Consumistas, popularista, ocio,
corriente general.
McIntryre propone también un formulario para que cada
espectador pueda autoclasificarse en alguno de los ocho perfiles.
Sin
embargo, debemos distinguir entre la segmentación estratégica y operativa.
· La segmentación
estratégica define unos segmentos básicos para los que se pueden definir
estrategias de oferta y comunicación a medio
plazo[6].
La elección de los segmentos estratégicos dependerá de los objetivos y
prioridades para un determinado período.
· La segmentación
operativa es para ofrecer a cada perfil propuestas de valor específicas que
permitan conseguir resultados a corto
plazo[7].
Después
de haber analizado varias propuestas de modelos de segmentación operativa considero
que no es posible en artes escénicas formular una tipología cerrada de
segmentos tipo sin incurrir en la superficialidad. Creo que hay que operar con un
modelo dinámico de segmentación que
permita identificar, en cada caso, cuáles son los públicos objetivo de una
propuesta escénica (una obra o una
programación) partiendo del modelo de marketing artístico propuesto por François Colbert que considera que a
partir del análisis de una obra se puede identificar a sus públicos
potenciales.
Sugerimos
una secuencia metodológica en 4
pasos:
a.
Primero,
analizar la obra para ver cuáles son sus
valores y qué tipo de experiencia
estética propone a los espectadores.
b.
Esto nos permitirá identificar a qué perfiles de públicos puede interesar
esta obra (qué espectadores buscan estos valores o esta experiencia) combinando
las variables apuntadas en el artículo anterior.
c.
Luego podemos definir los demás elementos que inciden en la experiencia que les ofrecemos:
el contexto espacio-temporal, las actividades periféricas, la comunidad de
espectadores que participa en ella...
d.
Al final podemos definir la estrategia de comunicación para cada segmento: los argumentos, los
canales, las ofertas promocionales, etc. Luego corresponde integrarlas en un
único plan de comunicación.
La
segmentación es una metodología que facilita el avance hacia la gestión
personalizada de los públicos, y ésta se basa en el conocimiento de los
valores, hábitos e intereses de cada espectador. Planificaremos para cada
segmento y nos relacionaremos, en la medida de lo posible, de manera
interactiva e individualizada.
La
gestión personalizada de los públicos
y una programación de calidad que se
ajuste a sus intereses y valores, son los dos
principales factores de éxito. Los programadores y gestores de espacios
escénicos, si no consiguen la ocupación deseada, deben preguntarse en qué
medida aplican ambos factores.
Jaume
Colomer
[1] Generación Y o del Milenio (nacidos entre los años
1980 y 2000, ahora tienen entre 16 y 35 años).
[5] Una variante de la frecuencia es el histórico
acumulado: los que han venido una sola vez, los que han repetido dos o tres
veces o los que han venido muchas veces.
[6] En algunos proyectos se definen los siguientes
segmentos estratégicos: niños, adolescentes, jóvenes i adultos ocasionales,
asiduos, abonados, personas mayores.
[7] Por ejemplo: espectadores que han asistido una sola
vez y no han repetido, espectadores que habitualmente leen los emails que les
enviamos, espectadores que han asistido más de cinco veces a obras de teatro
musical, etc.
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